Desde el inicio es difícil mirar hacia el adelante, derecho,
recto. Es más fácil mirar hacia abajo, y aún más difícil hacerlo hacia arriba.
Prefiero mirar hacia abajo, es seguro, es mi espacio y no tengo que chocar con
el espacio de los demás, tampoco me doy cuenta cuando ellos colisionan con el mío,
estoy oculto, refugiado, pero aun así todos dicen que debo mirar adelante. Si
miro hacia abajo puedo cuidar mis pasos, tal vez no los pasos que vendrán en el futuro, pero si los del momento, eso me hace sentir seguro, sin
embargo todos insisten en que debería tener mi mirada recta. Quizás si miro
hacia adelante pueda observar mi entorno, pero mirando hacia abajo puedo ver
una pequeña parte de mi mas un pequeño entorno que me rodea, eso me hace sentir
bien, es suficiente para mí, no necesito preocuparme por más, aun así todos me
reiteran que mirar hacia adelante es lo mejor. Miro hacia abajo porque me
siento seguro, porque quiero evitar a todos, quiero pasar desapercibido, quiero
ocultarme en mi espacio, no molestar a los demás ni que ellos me molesten. Hay veces,
no muchas, pero si algunas en las que veo otros pies en mi entorno y mi espacio
ya no es solo mío, cuando eso pasa no importa lo que intente no puedo ignorar,
ni puedo ser ignorado. En esas raras ocasiones en las que hay otra persona en
mi espacio, no puedo seguir mirando hacia abajo, tengo que mirar hacia el
frente porque no me conformo con solo ver sus pies, o una parte del lugar que
ocupa, quiero ver su rostro y tal vez si es posible, que vea mi rostro.
Recorrer el camino de abajo hacia adelante no es fácil, cuando estas pocas
ocasiones se presentan pongo mucho empeño en poder seguir ese camino, cuando lo
logro, ahí está el rostro que estaba ansiando ver, aquel por el que deje atrás mi
espacio, mi seguridad, mi camuflaje, todo con tal de ver ese rostro. Entonces
me doy cuenta de que ya no es necesario bajar la mirada, hacia adelante hay
varios rostros, los rostros que hicieron que levantara la mirada, y es por
ellos que ahora no puedo bajarla. Ya no
es necesario que mire hacia abajo para no colisionar con el espacio de los demás
y viceversa, ya no es desagradable. Ya no es necesario que mire hacia abajo para
sentirme seguro, puedo hacerlo pues estoy rodeado de rostros que conozco. Ya no
es necesario que baje la mirada para ver mis pasos, no soy el único pendiente
de ellos, hay quienes me avisan de los peligros debajo de mí. Ya no es
completamente necesario que tenga la mirada abajo todo el tiempo, pero si es
necesario bajar la mirada de vez en cuando, para ver mi espacio, para ver mis
pies, para ver mi camino, y los pies con los que comparto todo esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario