25/8/12

Fairy Tears Capitulo 2.

Canto Segundo. 
La determinación de mi deseo. 
El lugar poblado más cercano a la aldea Root se encontraba unos 45 kilómetros al oeste, era 
una gran ciudad comerciante conocida como Deireadh, esta ciudad además de destacar por 
su variado comercio y facilidad de acceso para ambas razas, era muy conocida por la 
domesticación de criaturas mágicas, estas criaturas de los bosques tales como duendes, 
hadas y unicornios, eran criados y domesticados en la ciudad para luego ser llevados a 
distintas partes de ambas naciones (elfica y humana) y ser vendidas a un muy alto precio. 
En dirección a esta ciudad, Gio quien cargaba en sus hombros a su madre Aria, junto con su 
hermana Elena cruzaban un gran bosque que terminaba justo donde empezaba Deiredh. 
El susurro del viento, el espesor de la tierra, el peso del sol, el llamado de las hojas y el 
choque de los animales, Gio comenzaba a sentir todo esto mas claramente, en un principio 
le parecía extraño prestar atención a tal minucias, pero luego recordó las palabras que su 
padre solía decirle cuando era pequeño. 
-Todo en la vida tiene consecuencias hijo. 
-¿Consecuencias?- Pregunto el pequeño Gio, mientras observaba la fogata extinguirse. 
-Si, cuando hagas algo malo, entonces algo malo te sucederá. Cuando te arrebaten algo, otra 
cosa llegara en su lugar, y cuando hagas llorar a alguien... 
-¡Ya se!, yo también llorare ¿no? –Exclamo Gio con tierna inocencia. 
-No, es ahí cuando tu alma es rota. 
Pero mas que preocuparse por las nuevas sensaciones que tenia ahora que ya no estaba 
atado a la aldea, su mente divagaba en el evento que tuvo con el misterioso viajero, y sobre 
la leyenda que escucho de él, Fairy Tears, ¿donde encontrarlo?, ¿que es lo que era?, ¿seria 
capaz de devolverle el alma a su madre?, estas y muchas otras preguntas cruzaban la mente 
de Gio, para el esta revelación era una luz de esperanza en la oscuridad, pero también a la 
vez era el motivo de todas sus pesadillas, el pensar que nuevamente podría fallarle a su 
madre no hacia mas que atemorizarlo. Al ver el pensativo y preocupado rostro de su 
hermano, Elena lo detiene para ganarse frente a él, acerca su rostro para hacer contacto con 
sus frentes. 
-¿Que haces Elena? – Le pregunto Gio, extrañado por la acción de su hermana. 
-Queria revisar si tienes fiebre o algo así.- Le dijo al tiempo que se alejaba un poco.- No es 
normal que estes con esa cara deprimida. 
-¿Que?- Pregunto Gio sin entender. 
-Como dije, no es comun para ti estar tan pensativo-Le dijo Elena.-, el Gio que yo conozco 
es mas alegre, y estaría con una gran sonrisa hablando sobre todo tipo de cosas mientras 
caminamos, sin embargo tu ni siquiera me has dirigido la mirada. 
-Lo siento… pero ahora mismo no estoy de humor.-Le respondió Gio, mientras recostaba a 
su madre en el piso.- Descansemos aquí unos minutos y luego continuaremos nuestra 
marcha. 
-Pero que tal si empezamos con algo fácil por ahora, intenta darle una pequeña sonrisa a tu 
hermana, ¿y bien, puedes hacerlo, no?- Le dijo Elena mientras ponía un dedo en cada 
mejilla y sonreía. 
-Yo… de verdad que no estoy de humor.- Contestó Gio bajando la mirada. 
-¡Vamos, vamos!, se que tienes esa sonrisa guardada en algún lugar, mira, ¡sonrisa 
sonrisa!–Jugueteaba con la boca de Gio indicándole como sonreír.  
-¡Ya basta, dije que no tenia ganas, maldición!- Gritó Gio mientras la apartaba. 
Elena quedo estupefacta con la reacción de su hermano, el que Gio le gritara provoco un 
daño igual al que si la hubieran apuñalado en el estomago. 
-Lo… lo lamento, no quise… solo estaba preocupada…- Dijo Elena mientras sollozaba. 
Gio vio a su hermana como comenzaba a tiritar, entonces se pregunto a si mismo porque 
había hecho eso, estaba realmente arrepentido de haberle gritado a alguien que solo quería 
ayudarlo, y mas aun si era su hermana quien siempre lo había apoyado en absolutamente 
todo lo que hacia. Cuando vio una pequeña lágrima asomar en el rostro de  Elena reacciono 
automáticamente y la abrazo. 
-¡Es mi culpa!, soy un idiota, realmente lo siento no era mi intención gritarte, todo lo que a 
pasado me a dejado desconcertado y yo solo… solo no quiero perder a nadie mas, tu eres lo 
ultimo que me queda, si te perdiera a ti, yo… por favor no llores, por favor no me odies, 
hermana.-Le dijo Gio desahogándose.  
Elena no podía estar mas feliz por escuchar los sentimientos de su pequeño hermanito, 
desde pequeños ella siempre a sido muy dedicada a su hermano, acompañándolo a todos 
lados sin dejarlo solo en ningún momento, o eso es en teoría, pues siempre que pasaba 
demasiado tiempo con Gio cuando eran pequeños, su padre los separaba, él a diferencia de 
Aria y de Gio mismo e incluso de Elena, se había percatado de la obsesión que sentía su 
hija por Gio, la cual podía llegar a convertirse en algo peligroso. Cuando Gio iba a soltar a 
su hermana, esta lo abraza para que se detenga. 
-Solo un poco más… - Le dijo Elena. 
Gio acepto consolar a su hermana un poco mas, para después continuar con el viaje por el 
bosque. Al poco tiempo después de haber avanzado luego del descanso, los hermanos 
escuchan un fuerte mugido, entonces ven pasar a su lado a un ciervo que corría 
despavorido. De entre los arboles una enorme sombra se acercaba a ellos, al acercarse a la 
sombra logran visualizar un enorme mino tauro que llevaba consigo una hacha de igual 
tamaño. Cuando estuvieron frente a frente con el mino tauro este los miro de reojo, la 
imponente presencia de este mítico animal era tan poderosa que Gio y Elena no pudieron 
mas que observarlo. 
-Un humano y dos elfas… ¿Armados?- Dijo el mino tauro.- ¡Son cazadores! 
-¿Cazadores?, de que estas hablando, nosotros solo…- Le dijo Gio. 
-No me engañan, asquerosa basura orgánica.- Dicho esto alzo su hacha contra Gio y Elena. 
Gio que llevaba a Aria, se apresuro en dejarla sobre un lugar seguro mientras Elena distraía 
al mino tauro. Al incorporarse Gio en la batalla, intento ayudar a Elena, pero debido a su 
poca experiencia con las armas no hiso mas que entorpecer los movimientos de su hermana 
y los puso en peligro a ambos, aprovechando la estupidez del joven chico, el mino tauro lo 
agarra por el cuello y lo levanta. 
-Malditos humanos, ¿creen poder poseerlo todo?, ¡las criaturas del bosque no somos sus 
juguetes!-Le grito el mino tauro. 
-No se… de que estas… hablando.-Le dijo Gio, mientras era apretado cada vez mas por el 
mino tauro haciendo que se ahogara.- Yo solo… quiero llegar… a la ciudad con mi 
hermana… y mi madre. 
La enorme vaca parlante miro directamente a los ojos de Gio, quien intento mantener su 
vista sobre los ojos de él, lo intento mientras mas pudo hasta que comenzó a perder la 
conciencia, antes de que esto sucediera, el mino tauro lo soltó y guardo su hacha. Elena 
corrió a socorrer a su hermano. 
-¡Gio!, ¿Estas bien?, ¡Respóndeme por favor!- Grito Elena desesperada. 
-No te preocupes…-Le dijo Gio mientras tocia.- No es nada. 
Entonces Elena miro al mino tauro con los mismos ojos asesinos que puso frente al dios del 
bosque, esos ojos con tal cantidad de odio y sed de sangre. El mino tauro al recibir el peso 
de esta mirada, por un momento se estremeció y parecía haber perdido la conciencia, 
cuando se recobro, comenzó a hablarle a los jóvenes viajeros. 
-Y pensar que me encontraría con tales monstruos en un lugar como este… 
-¿Monstruos, de que estas hablando?- Pregunto Gio extrañado. 
-¿Muu? Así que no sabes ni siquiera tu verdadera naturaleza…, bueno quizás sea mejor 
así.- Luego de esto se marcho, dejando a los hermanos atrás. 
-¿El dijo “Muu”?- Pregunto Gio. 
-Si…- Respondió su hermana. 
(Capitulo sin terminar, trabajando en ello)

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